Scytl

"Una de las ventajas competitivas de España es la financiación para startups tecnológicas a través de la Administración pública"

Pere Vallés

director ejecutivo de Scytl

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Scytl

Entramos en septiembre y en esta ocasión hablamos con Pere Vallés, director ejecutivo de Scytl, la primera empresa del mundo en tecnología aplicada a la modernización del ámbito electoral.

08 de septiembre de 2015

¿Cómo comenzó Scytl?

En un equipo de la Universidad Autónoma de Barcelona, que estaba haciendo investigación a nivel más teórico y académico que práctico en el ámbito de la seguridad aplicada al voto electrónico. Subrayo más en el ámbito académico que práctico, ya que en ese momento, el año 94, internet estaba empezando y aún no había país ni gobierno que se planteara utilizar el voto por internet. En el año 2001 se decidió fundar la empresa con apoyo de fondos de capital riesgo, en parte por lo sucedido el año anterior en las elecciones de Estados Unidos entre George Bush y Al Gore, cuando en Florida se produjeron importantes problemas con las papeletas -las butterfly ballot- y no se sabía bien qué es lo que había votado cada persona. A partir de ese momento, pensamos que, si los sistemas tradicionales habían fracasado en la principal democracia del mundo, había llegado el momento de modernizarlos y vimos que aquella investigación teórica y académica podía tener una aplicación práctica en el mundo real.

El nombre Scytl surgió porque la visión del grupo académico en los inicios de la empresa era la criptografía y el primer instrumento criptográfico de la historia fue uno llamado escítala, utilizado en la antigua Grecia en el siglo V a. C. 

¿Había ya alguna empresa que hiciera algo parecido o fuiste pioneros?

Fuimos pioneros. Realmente no había ninguna empresa todavía en este mercado, lo cual tiene una serie de ventajas, porque creas el mercado y la industria y, por lo tanto, te conviertes en la referencia; pero también existen dificultades ya que tienes que abrir el mercado, evangelizar y explicar que esa tecnología es segura, lo que conlleva tiempo y una inversión importante.

¿Desde la creación de Scytl, qué principales hitos destacarías?

Hemos tenido un crecimiento muy rápido e importante, con un promedio del 70 % anual y de forma muy consistente en los últimos catorce años, pasando de ser una empresa de cinco personas en los inicios a ser, en este momento, 650 con 21 oficinas en todo el mundo. Hemos trabajado en proyectos de modernización electoral con gobiernos de 42 países, tanto desarrollados –Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Suiza o Australia–como en vías de desarrollo, donde las nuevas tecnologías se ven como una posibilidad de reducir el fraude electoral –Sudáfrica, Congo, Nigeria, Brasil, Libia, India o Bangladesh–. Por tanto, en estos años nos hemos convertido en el líder del mercado. Desde el punto de vista de presencia internacional, es la empresa más importante en nuevas tecnologías para la modernización electoral, pasando de tener un solo producto, muy focalizado en el voto por internet, a poder modernizar cualquier aspecto de una elección, desde la logística, la consolidación y publicación de los resultados electorales, la gestión de las personas que están en las mesas electorales y, por supuesto, el voto, a través de una plataforma de veinticuatro soluciones. Esa transformación la hemos hecho a través de inversiones de I+D y también a través de adquisiciones de siete empresas en los últimos cinco años: dos aquí en Europa, tres en Estados Unidos, una en Canadá y otra en Brasil. 

Comentabas que estáis presentes en países en vías de desarrollo. En ese sentido, ¿os encontráis con más dificultades que en otros países con una trayectoria democrática más larga?

Sí. La principal motivación de modernizar las elecciones en este tipo de países es, sobre todo, reforzar la seguridad, prevenir el fraude electoral y aumentar la transparencia. El tipo de soluciones que exportamos a estos países son diferentes a las que vendemos en democracias más estables o más maduras. Son soluciones que más bien hacen referencia a la consolidación de resultados. En estos países, el fraude electoral se produce en el momento en que se cierran los colegios electorales y los resultados se han de trasladar por medios físicos desde zonas muy remotas. Es un proceso que dura días y en el que puede pasar de todo. Sin embargo, si ese proceso se lleva a cabo por medios electrónicos, es decir, in situ, cuando todavía los observadores están en el colegio electoral, se introducen medidas de seguridad adecuadas y los resultados se envían en cuestión de horas en vez de días, reduciendo mucho la posibilidad de fraude electoral. Además, muchos de estos países cuentan con una importante financiación de instituciones como el Banco Mundial o Naciones Unidas para mejorar la seguridad en sus elecciones. En algunos casos, hemos trabajado en países en guerra, como es el caso de Libia el año pasado, pero son proyectos que, al mismo tiempo, tienen un gran impacto social.

En algunos de ellos costará lograr la transparencia…

Con la experiencia que tenemos de muchos años y muchos países, en general, la mayoría quieren tener elecciones transparentes, porque necesitan tener legitimidad interna y también legitimidad internacional, sobre todo, aquellos que dependen de ayudas exteriores. Aunque también los hay que no quieren introducir tecnología porque sus elecciones son fraudulentas.

En vuestra trayectoria, habréis tenido dificultades y también oportunidades de negocio, 

Dificultades hemos tenido muchísimas, sobre todo al principio. Éramos una empresa muy pequeñita, fundada a partir de un grupo académico, que estaba intentando vender tecnología en el sector público en países de todo el mundo. No teníamos ninguna referencia, por lo tanto, conseguir el primer país que apostara por esta tecnología fue enormemente complicado. No fue hasta 2004 cuando conseguimos que Suiza fuera el primer país que apostara por utilizar el voto por internet en sus elecciones. Por ello, los primeros años hicimos experiencias piloto, especialmente en el sector privado, en elecciones no críticas. Fueron años en los que tuvimos que evangelizar el mercado y fue tremendamente complicado. Una vez que tuvimos la primera referencia, conseguir las siguientes fue más sencillo. Pero, como cualquier empresa de alto crecimiento, hemos tenido nuestros altibajos y, a pesar de que la historia es positiva, tampoco nos han faltado los problemas en proyectos y países, con empleados o con partners.

¿Y problemas de financiación?

Hemos hecho cuatro rondas de financiación y la verdad es que hemos tenido suerte, tanto por el apoyo público que hemos tenido –y en ese sentido España es un país donde una de las ventajas competitivas que tenemos es la financiación para start-ups tecnológicas (Enisa, CDTI…) y los programas de financiación pública que han ayudado a crear este ecosistema que ahora parece que está despegando-, como por la financiación privada, a la que hemos accedido con bastante facilidad, ya que es una historia bonita de explicar, fácil de entender y con un fuerte componente tecnológico, lo que nos ha permitido atraer buenos inversores. Actualmente tenemos ocho fondos invertidos en la compañía, dos de ellos españoles, un alemán, un inglés y cuatro americanos. El año pasado hicimos una ronda de 104 millones, la mayor de capital riesgo en España y la segunda de Europa en 2014. Atrajimos inversores de prestigio como SAP, una empresa alemana que es la más grande de software a nivel europeo y la tercera del mundo, o Paul Allen, co-fundador de Microsoft, que, además de recursos económicos, nos aportan un plus de credibilidad.

Y en este aspecto, cuéntanos cuál ha sido vuestra experiencia con Enisa.

Nuestra experiencia ha sido de varios años y varios créditos. Como hemos hecho varias rondas de capital y Enisa tiene una política de coinversión con fondos, siempre nos ha apoyado. También nos satisface haber podido dar por nuestra parte un rendimiento a los préstamos participativos de Enisa. La trayectoria ha sido buena, muy fructífera y el trato ha sido muy personalizado, nos conocíais bien.

Creo que cubrís una gran necesidad del mercado como es la financiación, sobre todo en las fases iniciales de las start-ups. En nuestro caso, habéis sido parte importante del éxito de Scytl, porque cuando se hace una ronda de capital, especialmente si eres pequeño, se produce una dilución importante y ayuda mucho si puedes acompañarla de algún otro instrumento de crédito. El técnico de Enisa que nos acompañó en el proyecto era una persona rigurosa, incluso dura a veces, pero sabía quiénes éramos, qué hacíamos, es decir, llegó a tener un conocimiento de nuestro negocio bastante profundo y, por eso, apostó por él.

¿Cuál es la apuesta de valor que hace Scytl? ¿Tenéis competidores o seguís siendo únicos en el mercado?

La base de nuestra diferenciación es que ofrecemos soluciones para cualquier aspecto de un proceso electoral. Una tecnología de más de veinte años, nuestras patentes y una avanzada seguridad nos han permitido a alcanzar una cuota de mercado del 90%. De los veintiún países que han introducido el voto por internet, diecinueve utilizan tecnología de Scytl. 

Hay unos 200 proveedores de tecnología electoral en el mundo que surgieron después de nosotros. Son empresas pequeñitas y locales, ubicadas en mercados muy concretos –por ejemplo, en Estados Unidos están solo en determinados estados- y con soluciones muy de nicho. Son competidores, pero también oportunidades de crecer a través de adquisiciones. A veces tienen una solución mejor que la nuestra o que complementa nuestro portfolio, entonces la adquirimos y la incorporamos a Scytl.

En estos veinte años con todo el desarrollo de las nuevas tecnologías, habréis experimentado cambios importantes en esas soluciones que habéis desarrollado.

Evolucionamos en dos vertientes. Por un lado, en seguridad, lo que requiere un esfuerzo constante, ya que las amenazas y desafíos en internet son cada vez mayores. Dedicamos un 20 % de nuestra facturación anual a I+D, en gran parte destinado a seguridad y criptografía para la mejora de nuestras soluciones. Por otro, en ampliar nuestra cartera de productos que, como ya he comentado, se lleva a cabo a través de la adquisición de empresas.

¿Vuestra presencia en España alcanza también a los comicios públicos?

Estamos presentes en España, pero no con el grado que nos gustaría. Somos bastante activos en el sector privado y hacemos todo tipo de elecciones para colegios profesionales, universidades, empresas cotizadas…

En el sector público hacemos cosas a nivel de consultas ciudadanas –por ejemplo, en Madrid hemos hecho unas veintiséis, en los últimos cinco años-, aunque nuestra asignatura pendiente son las elecciones públicas.

Aquí tenemos un competidor fuerte, Indra, que ha gestionado todas las elecciones en nuestro país desde el año 78, ejerciendo casi un monopolio de facto. Ahora ha salido el concurso para las elecciones generales de noviembre y nos vamos a presentar. En este momento, Scytl tiene la dimensión y las referencias para competir cara a cara con Indra. Creo que ha llegado el momento de retarles y que es bueno para el cliente, en este caso la Administración, que haya competencia y más de una alternativa. No nos gusta la competencia, pero es realmente lo que te empuja a no acomodarte, a esforzarte en precio, en servicio y en otros aspectos. 

Háblanos del equipo de la empresa.

Somos 650 personas, de las que casi 300 están en España y el resto distribuidas por el mundo en 21 oficinas, que incluye 7 centros de I+D, donde desarrollamos software. El principal está en Barcelona, sede central también de la empresa, pero también hay otros centros en Atenas, Toronto, Oklahoma, Tampa, Lima y Brasilia. Quizás parezca excesivo tantos centros de I+D, pero ha venido dado por nuestro modelo de expansión a través de adquisiciones. Cuando compramos una empresa nos interesa mantener la oficina y el equipo de desarrollo para que el producto continúe evolucionando.

¿El capital humano hace la empresa?

En una empresa de tecnología es fundamental. Suena a tópico, pero las personas son lo importante. Cerca del 70 % de las personas que trabajan en Scytl tienen perfiles de ingeniería, telecomunicaciones, informática, pero también hay matemáticos para la parte de criptografía y licenciados en Ciencias Políticas. En nuestra oficina de Barcelona tenemos veinte y pico nacionalidades diferentes, profesionales de alto valor añadido, cuya edad media ronda la treintena y motivados por participar en un proyecto potencialmente transformador.

Uno de los principales retos de una empresa de alto crecimiento es la renovación y cambio en el equipo directivo. Nuestro equipo se ha ido renovando, aunque manteniendo ese espíritu universitario-académico-científico inicial en el que prima la tecnología y la investigación.

El hecho de colaborar a implementar sistemas más seguros y democráticos en todo el mundo será para vosotros un incentivo.

El tag line que aparece debajo de nuestro nombre es “Innovating Democracy” y trata de explicar quiénes somos y qué hacemos en dos palabras. ‘Innovating’ tiene un componente de tecnología, de estar a la vanguardia, de intentar cambiar las cosas, y ‘Democracy’ tiene connotaciones muy positivas en todo el mundo.

Nuestro objetivo abarca tres aspectos: por un lado, hacer que las elecciones sean más seguras y transparentes en países que tienen problemas de fraude electoral; en segundo lugar, hacer que la democracia sea más accesible y participativa en las democracias maduras, y en tercer lugar, la eficiencia, hacer que, a través de la tecnología, los gobiernos puedan reducir el coste de gestión de sus elecciones. 

Ahora contemplamos un cuarto aspecto atendiendo a los movimientos sociales que demandan una mayor participación ciudadana en la toma de decisiones. Organizar elecciones es un proceso logístico complicado, pero a través de las nuevas tecnologías sí es posible consultar más a la gente sobre temas que les afecten directamente y esto tiene un alto potencial transformador. Es un nuevo mercado donde queremos también jugar un papel importante.

¿Cómo ves el futuro de la empresa?

Me siento especialmente orgulloso de que una empresa española esté liderando la modernización electoral a nivel global, pero me gustaría que esa españolidad se conservara, que no nos comprara una gran empresa tecnológica. Nuestro objetivo más inmediato es salir a Bolsa, lo que permitiría mantener la empresa aquí y dar una salida de liquidez a los ocho fondos de inversión que tenemos.

¿Y tenéis algún proyecto a corto o largo plazo en el que estéis trabajando ahora mismo?

Nuestro principal mercado es Estados Unidos y ahora vienen las elecciones presidenciales y en unos meses las primarias, donde nuestra tecnología estará presente en 35 de los 50 estados y en 1.400 condados. 

¿Conoces el portal Be to Biz? ¿Nos podrías trasladar vuestra opinión, alguna sugerencia?

Sí hemos accedido a esta red. Nosotros trabajamos mucho con partners. Los proyectos que hacemos implican diferentes tecnologías, como por ejemplo la biometría. Y si la tecnología existe aquí, nos gusta utilizar partners españoles y buscarlos a través de Be to Biz, ya que disponéis de una base de datos muy potente de empresas tecnológicas. Este tipo de iniciativas son muy positivas y ayudan a crear ecosistemas y retroalimentarlos. La sugerencia es que hagáis una promoción más activa y que, además de las empresas Enisa, participen en este ecosistema grandes empresas como Telefónica o Indra. Una de las cosas que echo de menos, y que en otros países sí se da, es que la relación fluida que hay entre las start-ups se contagie a la gran empresa. Quizás un organismo como Enisa puede atraer a las grandes para que conozcan pequeñas y medianas empresas españolas con alto potencial tecnológico.

Para finalizar, ¿nos darías alguna clave o receta para el éxito de un emprendedor?

No creo mucho en recetas universales, tampoco en estilos de gestión que se implantan de forma sistemática. Cada empresa y cada persona es un mundo y cada uno tiene su librillo. Quizás hay una visión excesivamente idílica de lo que es emprender. Emprender implica muchas dificultades, momentos complicados, sacrificios personales. Para emprender hay que tener una cierta fortaleza emocional y ser persistente, porque si te desanimas, a las primeras de cambio no llegarás muy lejos. En el caso de Scytl, por ejemplo, entre 2001 y 2004 estuvimos picando piedra hasta conseguir el primer cliente. Tres años picando piedra se hace largo, es difícil.

¿Entonces piensas que el emprendedor nace más que se hace?

Creo que además de características innatas, como la fortaleza emocional y la perseverancia, hay que ser optimista, porque si se analiza todo de forma racional no se emprendería nunca, puesto que las posibilidades de éxito suelen ser escasas. Por otro lado, hay que aprender de los fracasos. Los emprendedores que han fracasado alguna vez tienen más posibilidades de éxito que los emprendedores que nunca han fracasado. En España todavía se estigmatiza a la persona que ha fracasado y los fondos españoles son reticentes a invertir cuando ha habido un fracaso anterior. Es cierto que se está empezando a superar y que hay mayor consciencia de que el fracaso es parte del proceso de emprender, pero lejos aún del nivel de los países anglosajones que aceptan el fracaso de una forma natural.

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