Smileat

17 jul. 2023

En Historias de emprendimiento hablamos con Alberto Jiménez y Javier Quintana, cofundadores y co-CEOs de Smileat, una empresa madrileña nacida en 2015. Pionera en España en alimentación infantil ecológica es la marca española más vendida en su categoría y que más crece en ventas online. Ha obtenido tres enisas: el primero de 75.000 euros en 2016, el segundo en 2017 de 100.000 euros y el último de 478.000 euros en 2023.

"Sin innovación nuestro trabajo no sería tan divertido"

Procedentes de dos entornos muy diferentes, Alberto Jiménez y Javier Quintana cambiaron el rumbo de sus vidas cuando, por cuestiones relacionadas con su entorno familiar, Alberto comienza a interesarse por la alimentación saludable y, concretamente, por la infantil.

De esta manera, y después de compartir ideas, opciones y analizar bien el mercado, Javier y Alberto decidieron crear Smileat, una empresa de alimentación infantil ecológica. Y, aunque no tenían experiencia previa ni conocimiento del sector, afirman que "se puede emprender en cualquier cosa".  "Siempre hemos pensado en el consumidor y si nuestra propuesta era de utilidad, y no en otras cuestiones como la acogida en el mercado o el precio. Durante el proceso, “tuvimos que aprender todo” y consideran que, parte de su éxito fue llegar “vírgenes” a este sector, “haciendo las cosas como pensaban que tenían que ser y no como las hacía el mercado”.

Lo que más les costó fue encontrar una fábrica que fabricara el producto que querían. Su juventud y la falta de un bagaje anterior fue “el primer escalón que tuvimos que sortear”. Después, fueron saltando “de fábrica en fábrica” hasta que, finalmente, han apostado por la fabricación propia. “Cuando te metes en la industria, hay que adaptarse a sus tiempos y a la forma de trabajar, porque es muy diferente a la que estábamos acostumbrados”, sostienen. Por eso, la nueva fábrica “es un regalo”.

La fábrica que han comprado ya estaba dedicada a la alimentación infantil ecológica, por lo que se adaptaba perfectamente a las necesidades de la empresa. Tras las obras de adecuación necesarias, han iniciado la producción y los próximos meses servirán para coger velocidad de crucero. En este sentido, los co-CEOS de Smileat no pueden ocultar su orgulloso y satisfacción por la evolución de la compañía y, en particular, de este proceso, en el que han invertido tiempo y esfuerzo.

Detrás de Smileat hay un equipo humano sin el que no hubiera sido posible llegar adonde lo han hecho y ambos entienden la importancia de conectar los departamentos de los que son responsables, siendo conscientes de que la empresa no funcionaría sin el trabajo codo con codo del uno y el otro.

Preocupación por el descenso de natalidad
Para el desarrollo de los nuevos productos cuentan con un equipo multidisciplinar en el que intervienen bioquímicos, nutricionistas y otros perfiles especializados, y no menos importantes son quienes tienen la tarea de trasladar a la fabricación industrial los productos con los requerimientos especificados.

Cada dos-tres meses sacan un producto nuevo, identificando también aquellos que las familias necesitan y ayudando a facilitar la vida de padres y madres, en función de las diferentes etapas de desarrollo de los niños. 

En su catálogo cuentan con 45 referencias de diferentes gamas, cubriendo con ellas casi todo, en un rango de edad que va desde los seis meses hasta los ocho años, aunque también manifiestan que, al final, “es un consumo familiar, porque también lo come el padre, la madre, el hermano…”.

Alberto y Javier nos confiesan su preocupación por el descenso de la natalidad, una cuestión que, tarde o temprano, afectará a las marcas de alimentación infantil y es por ello que están tratando de alargar el consumidor de sus productos.


Investigación e innovación, dos pilares claves en la empresa
En el proceso de fabricación de los productos de Smileat intervienen la investigación y la innovación para conseguir el producto final que quieren y, aunque simplificar el contenido del producto puede parecer una tarea fácil, a la hora de su ejecución industrial, no lo es tanto. “Cuantas más cosas le quitas a un producto, más difícil es llevarlo a producción y obtener el producto final", afirman los fundadores de la compañía.

Y es que, la presencia de la innovación en las empresas es un gran debate. “Vemos en nuestro sector empresas que no innovan y que luego facturan una barbaridad. Por tanto, cada caso y cada empresa es diferente. En Smileat las claves de nuestro crecimiento las conocemos y la innovación es una pata que nos divierte mucho. Sin innovación nuestro trabajo no sería tan divertido”. Y están convencidos de que “si hubiéramos entrado en el mercado haciendo lo mismo que el resto no habríamos llegado hasta aquí”.

Por eso creen que “a la industria española le falta innovación, desarrollo de nuevos productos y adaptarse más al mercado. Gran parte de esta está anclada en lo que se hacía hace veinte años y ese modelo ya no vale”.

Tienen una certificación BCorp, que no deja de ser “un reconocimiento al trabajo diario, no solo de un producto, sino como empresa, y que supone un conjunto de muchas cosas: que los trabajadores estén a gusto, que estemos contribuyendo con el medioambiente, que sea un producto saludable... El proceso de certificación ha sido complejo y hemos tenido que cambiar cosas que han ayudado a que Smileat sea mejor en muchos aspectos y estamos contentos".

Para la fabricación de sus productos tratan de mantener informado al consumidor de la procedencia de las materias primas.  Consideran que lo ideal es que estén lo más cerca posible de la fábrica y, preferiblemente, que vengan de España, aunque señalan que hay que ser realistas porque no siempre es posible. 

En lo que se refiere a la competencia con las grandes empresas del sector, admiten que es dura, pero sana, y que tienen una buena relación con ellas. Siendo conscientes de que son una una empresa pequeña, declaran que han aportado su granito de arena para que gigantes como Hero o Nestlé implementen cambios en la alimentación infantil.

En cuanto a la cuestión de la internacionalización, su principal mercado es España, por lo que tomaron la decisión de que la marca se asentara debidamente primero. Salir fuera es complejo en este sector en el que la  parte operativa es muy complicada. No obstante, van dando pasos y hace tres años abrieron un ecommerce para el mercado portugués y en este último año ya están presentes en retail de manera offline. En cuanto al resto de países, han optado por ir a mercados poco maduros de Europa del Este, como Rumanía, Moldavia, Grecia, República Checa, Polonia…, "una zona geográfica interesante porque tiene un consumo ecológico relevante, la renta per cápita es bastante buena y hay una carencia de marcas innovadoras en alimentación infantil".  Asimismo, también están presentes en algún retail en Latinoamérica, como Costa Rica, y están dando pasos en Oriente Medio, aunque quieren seguir avanzando paso a paso.

Respecto a futuros retos, consideran que tienen mucho que hacer todavía, sobre todo en la parte de bebé, teniendo en cuenta que los datos que tienen en España son muy buenos (un 70 % de crecimiento) y que, por tanto, aún tienen recorrido y posibilidad de desarrollo en nuestro país. Por otra parte, con los cereales Triboo “se nos abre un universo de nuevos productos”.

Las empresas industriales también cuentan
Hasta el momento han levantado 4 millones de euros y su cap table es muy amplio y diferente al que tienen otras empresas, conformado por family&friendsbusiness angels relevantes, que también participan en otros fondos de inversión, y que tienen un importante papel en el acompañamiento de la marcha de la empresa. Creen que los inversores se fijan más en quién hay detrás del proyecto y que son las personas las que hacen que los números vayan bien. Hay infinidad de ideas, pero ejecutarlas es lo importante y lo que realmente se valora.

La financiación de Enisa “nos ha ayudado a empujar y a tener más pulmón para seguir avanzando”. El último enisa les ha servido para poder abrir la nueva fábrica, lo que les permitirá cambiar la tendencia de márgenes de Smileat. "Tenemos buenas palabras para Enisa. Hemos intentado optar por otra financiación pública y no nos ha funcionado porque no hablan el lenguaje de los emprendedores". "En Enisa os metéis en la piel de los emprendedores frente a los requisitos que pone un banco u otras financiaciones públicas que son más difíciles de conseguir, y la verdad que se agradece”. 

Frente al futuro, confiesan que están más ilusionados con la empresa que en 2015, porque van consiguiendo cosas y la evolución de la compañía está permitiendo que aparezcan nuevas opciones. De aquí a tres años “tenemos el objetivo y el plan muy claros”, subrayan. Y también dicen que su progresión, a pesar de haber sido rápida, ha sido estable y sin grandes giros, demostrando que una empresa que no era del sector tecnológico puede tener una facturación muy relevante. “Nos gusta decir que parece que solo se habla de tecnología en este país –y es buenísimo-, pero también existen otras empresas que lo están haciendo muy bien en otros sectores”.

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