24 feb. 2023
En Historias de emprendimiento hablamos con Amaia Rodríguez, cofundadora y co-CEO de Gravity Wave, una empresa con un único objetivo común: acabar con la contaminación plástica de los océanos gracias a su modelo de economía circular y a la colaboración entre los distintos agentes sociales y económicos. Gravity Wave obtuvo un enisa de 67.000 euros en 2021.
"Sí es nuestro problema y podemos ser parte de la solución".
Gravity Wave surgió de la pasión por querer cambiar el mundo, tras un viaje de Amaia Rodríguez a las islas del sudeste asiático en las que no vivía nadie y donde encontró montañas de basura plástica que iban desde el agua hasta la arena. "Allí me pregunté cómo estaba llegando ese plástico hasta una isla remota".
A su regreso a España, comentó esta circunstancia con su hermano Julen, cofundador de Gravity. En ese momento, él acababa de crear su primera start-up de venta de accesorios para móvil hechos de plástico. Al principio "no me hizo mucho caso", hasta que conoció a Lefteris, un emprendedor griego que había creado Enaleia, una escuela de pesca sostenible en Grecia que enseña a los pescadores tradicionales técnicas responsables de pesca. "Él nos contó que los pescadores recogían un montón de plástico, pero que luego lo volvían a tirar al mar". “Esto no es nuestro problema”, le dijo un pescador que había tirado por la borda una lata con más de treinta años, a lo que Lefteris le contestó: “Sí es nuestro problema y podemos ser parte de la solución”.
Y así fue como Julen propuso a Amaia montar un proyecto para recoger y transformar la basura plástica en productos de valor. “Nos lanzamos al mar sin recursos para ser parte de la solución y cambiar el mundo”, aunque como relata la cofundadora de Gravity, se encontraron con muchas dificultades. "La ilusión de la idea te ayuda a ir saltando los obstáculos, pero la realidad es que no teníamos ni un euro porque éramos jóvenes y carecíamos de recursos".
El hecho es que la primera idea de transformar el plástico en fundas de móviles fue un fracaso total, por lo que tuvieron que cambiar la estrategia y el modelo de negocio al cabo de un año y ese giro funcionó.
En la actualidad son quince personas. "El equipo está muy implicado y se cree mucho que pueden cambiar de verdad el mundo", nos dice Amaia. Por eso, piensa que debería de haber muchas más empresas dedicadas a recoger plástico porque el problema es muy grande.
Una nueva vida para el plástico
Su modelo de negocio se basa en maximizar el impacto de la limpieza del mar y los océanos. El valor diferencial de Gravity está en que “todo lo que recogemos es materia prima que podemos usar para transformarla en producto. Revalorizamos entorno al 70-75 % de lo que estamos limpiando”. La CEO nos dice que "no hay ahora mismo ninguna empresa en estas cifras y que, más que competencia, es necesario unir fuerzas para alcanzar el objetivo que nos hemos propuesto. Si no, no lograremos conseguir el mar sin plástico".
Al año recogen unos 200.000 kilos de basura plástica, cantidad que varía en función de la colaboración e implicación de empresas que apoyan el proyecto. Tampoco fue fácil en los inicios convencer a los pescadores para recoger el plástico que encontraban durante su faena, porque nadie les conocía. Sin embargo, actualmente cuentan con una red de más de 5.000 pescadores en Grecia, Italia y España. En Grecia los pescadores reciben un incentivo económico por la recogida de plástico. En Italia y en España, debido a la normativa existente, Gravity se lleva de forma gratuita las redes sacadas del mar y las que hay en los puertos, que antes eran recogidas por camiones contratados y pagados por los propios pescadores. Ecoalf ya se ocupaba del reciclaje de redes, pero no podía gestionar su recogida. Y es que, las redes son un problema importante que suponen entorno a un 40 % del plástico que hay en el mar.
Pero además, se dieron cuenta de que nadie las estaba transformando, siendo uno de los peores residuos. "El mar es un vertedero. Hemos encontrado lavadoras, impresoras, barcos, ruedas de tractor, de camión, de coche... Es una auténtica locura lo que se saca de ahí, pero lo que más hay son redes", afirma Amaia Rodríguez. "En Gravity no solo queríamos limpiar, porque al final era pasar el problema del mar a la tierra. Por eso, hemos montado un proceso de reciclaje de redes de pesca con una empresa en España que las corta, lava, tritura y transforma en planchas de distintos grosores con las que se hace mobiliario urbano, para oficinas, revestimientos, elementos de decoración… El material es único y tiene infinitas aplicaciones".
Asimismo, constructoras, arquitectos o estudios de diseño se han interesado por este producto y también Gravity vende sus propios diseños a entidades públicas. Ha tenido una muy buena acogida porque se ve el reciclado en el material, nos comenta. Las empresas están empezando a poner su foco de actuación en el mar y en los océanos y vemos que cada vez hay una mayor sensibilización hacia el problema. "En este sentido, somos optimistas sobre la posibilidad de revertir este impacto. Hay mucho que hacer y tiene que haber más apoyo". Como sociedad vamos teniendo también más conciencia, pero queda mucho por hacer, especialmente en la parte educativa en los jóvenes y los que no son tan jóvenes, porque "hay una brecha importante todavía entre la gente más comprometida y la población en general", asevera la cofundadora de Gravity, para quien los medios de comunicación están jugando un papel fundamental, permitiendo que más gente hable y conozca más acerca de este grave problema. También creen que desde la Administración es necesario impulsar más proyectos de este tipo y de otras empresas sociales que aporten valor a la sociedad.
"Gravity mola"
Sobre la financiación, Amaia destaca que "el préstamo de ENISA cambia la vida de una start-up como Gravity. "A nosotros nos ha servido para validar el modelo de negocio. Fue un antes y un después". Y subraya que las ganas del equipo han ayudado a que los inversores confiaran en ellos. "Hemos sido capaces de transmitir esa ilusión y la importancia de cuidar el mar. Gravity Wave mola mucho y las empresas se lo pasan bien, porque detrás hay personas que disfrutan de los proyectos que llevamos a cabo".
También señala que algo importante para quienes están iniciando un proyecto es aprender a gastar lo mínimo posible hasta validar el modelo de negocio y no buscar financiación porque sí. Una vez que se tiene claro que ese es el camino, "salir a por todas" y buscar todo tipo de financiación, "clave para que el proyecto pueda seguir adelante o se quede en el camino".
Faltan emprendedoras
Amaia se encuentra entre los 23 principales actores del cambio de nuestro país de la lista Forbes y nos dice que ve el emprendimiento femenino en España un poco “solitario”. "Faltan mujeres emprendedoras. Hay una gran diferencia todavía, especialmente, en el mundo tecnológico. Hay que poner el foco en cerrar esa brecha". Y manifiesta la gran complementariedad del tándem hombre-mujer para desarrollar un proyecto.
"Viene una oleada de gente que quiere cambiar las cosas"
En cuanto al futuro, creen que este año experimentarán un salto en calidad y cantidad en todos los sentidos. "Nos hemos propuesto llegar a los 500.000 kilos de recogida y expandirnos a nuevos países como Egipto, un país muy complicado y que, a la vez, es el que más contamina en el mar Mediterráneo. También creceremos en equipo duplicando el número y, en estos momentos, estamos en un proyecto de I+D para obtener materia prima para la industria —para que no solo sea esté la parte de mobiliario— que dé la oportunidad a otras empresas de que utilicen lo que estamos sacando del mar".
Como conclusión, la co-CEO de Gravity Wave nos dice que no sabe si llegará a ver el cese de la contaminación marina en los próximos años, pero que "viene una oleada de gente que quiere cambiar las cosas y poner soluciones reales para terminar con este problema. El emprendimiento social es una de las vías que va a tener el planeta para enfrentarse a muchos de sus problemas. Por eso, creo que los gobiernos tienen que apostar por fomentarlo".