Amaia Cuida, la app humanista para cuidar a las personas mayores

23 sep. 2025

Entrevista a Alberto y Lucía Villanueva Tormo, cofundadores de Amaia Cuida


Por Nuria Coronado 
Amaia Cuida ha echado raíces gracias al árbol genealógico del que Alberto y Lucía Villanueva Tormo, quienes han fundado esta startup valenciana, provienen. De una rama tan importante como la de su abuela María, surgió el nombre de una empresa que quiere “cambiar el modelo de los cuidados de las personas mayores a través del encuentro de la tecnología con el corazón. “Ella ha sido una persona que tanto a mi hermana como a mí nos ha marcado mucho y con la que hemos tenido siempre una relación muy especial. El nombre salió del juego de palabras en valenciano de ‘yaya’, que significa ‘abuela’, y lo unimos a ‘ama’, la señora de casa y el verbo ‘amar’, y ¡ahí estaba!”.

Ese amor por el mundo sénior los llevó a idear una aplicación que, además de acercar la tecnología a un sector poblacional con gran brecha digital, pudiera eliminar o, al menos, amortiguar, la soledad no deseada con la que convive y los achaques de salud propios de la edad. “Al mundo de los cuidados le falta mucha innovación. Creímos que, dada nuestra juventud, podíamos crear un producto tecnológico capaz de enfrentarse a los retos que necesitan las personas mayores. Se trata de escuchar y dar respuesta a las demandas de mejores estándares de cuidado”, dice Alberto.

Conocer para cuidar
Y es que Amaia Cuida ha logrado pasar del cuidado estandarizado de las residencias al personalizado. Un paso que han dado gracias a la inspiración de otra mujer: su madre. “Ella es psicóloga, ha trabajado en residencias y nos comentaba que la clave estaba en conocer las rutinas de cada persona, sus gustos y necesidades. De hecho, nos dijo una frase clave que es la de «pasar de un café con leche para todas las personas de la residencia, al zumo de naranja o al café cortado que le guste a cada una de ellas»”.

Pero ¿cómo poner en marcha esta filosofía en un sector en el que las plantillas rotan, están precarizadas y a las que les falta tiempo? La respuesta estaba en la inteligencia artificial. “La falta de tiempo te lleva a no conocer a cada persona y, por tanto, a no poder cuidarla de forma individualizada y humanista. Ese desconocimiento limita la calidad de los cuidados. Por eso, pensamos en usar la IA para entrevistar a cada paciente, saber su historia de vida y elaborar con esta información planes personalizados que vamos adaptando por semanas. Si conocemos quiénes han sido y sus capacidades logramos cuidar como queremos hacerlo”.

Y a la primera la cosa no les salió perfecta. “Empezamos desarrollando Amaia Cuida como una herramienta de comunicación. La veíamos como una especie de Instagram familiar, pero nos dimos cuenta de que iba a ser complicado escalar ese producto por la falta de tiempo y porque la información que se recogía de la persona se quedaba arriba en el equipo técnico, pero no así en quienes les cuidan, que son las personas que les levantan por las mañanas o las acompañan en las actividades. Detalles como saber su nombre o apodo, si le gusta llevar gorra o un color determinado…provocan en la persona a la que se atiende un sentimiento y una relación de cercanía. En el caso también de alguien con deterioro cognitivo, lo interesante es frenarlo o cuidarlo con actividades que les sean significativas. Si se trata de una persona introvertida y sabemos con esa hoja de vida suya que siempre ha disfrutado de juegos de mesa, lo que hacemos es preparar actividades con ella de ese tipo. Los resultados son excelentes”. 

De esta forma, consiguen que cada pequeño logro acabe en un gesto inmenso como es la mirada agradecida. “Lo bonito de emprender, nuestras pequeñas victorias y las que nos motivan como equipo y empresa a seguir adelante están ahí. Da mucho significado a lo que hacemos. Es pura motivación”.

Enisa, su gran salvadora
Pero llegar hasta aquí no ha sido un camino fácil. De hecho, la financiación ha sido el flotador al que Amaia Cuida pudo agarrarse para seguir nadando en la dirección que querían. “Empezamos la empresa con ayuda de la familia y unos ahorros. Sin embargo, dado que este sector es complicado, requiere de tiempos largos que los fondos privados no ven con buenos ojos y necesitábamos más inversión. Por eso, agradecemos que Enisa apareciese en nuestro camino en un momento bastante crítico. Estábamos a un mes de quedarnos sin nada. No sé qué habría sido de la empresa sin Enisa”.

El préstamo participativo les salvó la vida. “Cuando no tienes caja las decisiones que se hacen marcan un antes y un después. La financiación de Enisa nos sirvió para seguir adelante, cubrir salarios, dar un empuje comercial y consolidarnos”. Pero para Alberto, lo más bonito de ese empuje del dinero público no es solo eso: “Lo mejor es crear empleo porque es crear futuro”.

Y mientras llega ese futuro, Amaia Cuida disfruta del presente pasándoselo bomba. “Estamos en un momento bastante divertido en el que estamos disfrutando mucho y afianzando alianzas estratégicas dentro del sector para crecer más rápido”. Preguntado al cofundador cómo se ve cuando sea ‘yayo’, lo tiene claro. “Me veo en una residencia que use Amaia Cuida, teniendo mi huerta, jugando al mus y tomando mi vermut antes de comer”. No suena nada mal.

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